La globalización económica ha dado lugar a una expansión masiva a la escala y poder de las grandes empresas y la banca. También ha empeorado casi todos los problemas que enfrentamos: el fundamentalismo y los conflictos étnicos, el caos climático y la extinción de las especies, la inestabilidad financiera y el desempleo. También tiene costos personales. Para la mayoría de la gente del planeta, la vida es cada vez más estresante. Tenemos menos tiempo para los amigos y la familia y nos enfrentamos a crecientes presiones en el trabajo.
La Economía de la Felicidad describe un mundo que se mueve simultáneamente en dos direcciones opuestas. Por un lado, una alianza nefasta de los gobiernos y las grandes empresas sigue promoviendo la globalización y la consolidación del poder corporativo. Al mismo tiempo, la gente de todo el mundo se resiste a esas políticas, y exigen una nueva regulación del comercio y de las finanzas—y, lejos de las viejas instituciones de poder, están empezando a forjar un futuro muy diferente. Las comunidades se están uniendo para reconstruir a escala más humana, las economías ecológicas a partir de un nuevo paradigma — una economía de la localización.
La película muestra cómo la globalización genera el auto-rechazo cultural, la competencia y la división; cómo promueve estructuralmente el crecimiento de los tugurios y la expansión urbana; y la forma en que está diezmando a la democracia. Aprendemos sobre el obsceno desperdicio que resulta del comercio por el bien del comercio: las manzanas que son enviadas desde el Reino Unido a Sudáfrica para ser lavadas y enceradas, y luego son enviadas de regreso a los supermercados británicos; el atún capturado en las costas de los Estados Unidos es enviado vía aérea a Japón para ser procesado, y luego enviado por avión de regreso a los Estados Unidos para su consumo. Oímos hablar sobre los suicidios de agricultores en la India; sobre la desaparición de las culturas con base en la tierra en todos los rincones del mundo.
La segunda mitad de la Economía de la Felicidad no sólo proporciona inspiración, sino soluciones prácticas. Al argumentar que la localización económica es una solución estratégica multiplicadora que puede resolver nuestros problemas más graves, la película explica los cambios de política que son necesarios para permitir a las empresas locales sobrevivir y prosperar. Se nos presentan iniciativas comunitarias que están moviendo hacia adelante la agenda de la localización, incluyendo los huertos urbanos en Detroit, Michigan, y el movimiento de Comunidades de Transición en Totnes, Reino Unido. Vemos los beneficios de un movimiento de expansión de los alimentos locales que está restaurando la diversidad biológica, las comunidades y las economías locales en todo el mundo. Y se nos presenta a la Vía Campesina, el movimiento social más grande del mundo, con más de 400 millones de miembros.
Escuchamos un coro de voces de seis continentes, incluyendo Vandana Shiva, Bill McKibben, David Korten, Samdhong Rinpoche, Helena Norberg-Hodge, Michael Shuman, Zac Goldsmith y Keibo Oiwa. Ellos nos dicen que el cambio climático y el pico de producción del petróleo nos ofrecen pocas opciones: tenemos que localizar, traer la economía a casa. La buena noticia es que a medida que avancemos en esta dirección vamos a comenzar no sólo a curar la tierra, sino también a restaurar nuestro propio sentido de bienestar.
La Economía de la Felicidad nos desafía a restaurar nuestra fe en la humanidad, nos reta a creer que es posible construir un mejor mañana.
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